Monasterio de Pelayos de la Presa

El Monasterio de Pelayos tiene sus orígenes en la época visigoda, cuando el noble Teodomiro adoptó la vida eremítica junto a otros nobles. Este grupo dió lugar a una comunidad benedictina formada por doce eremitorios. En 1150, Alfonso VII fundó oficialmente el Monasterio al unificar estos eremitorios bajo la regla benedictina, con el Abad Guillermo al frente. Posteriormente, en 1177, se incorporó a la Orden del Císter bajo Alfonso VIII.

Durante sus siete siglos de historia, el Monasterio vivió etapas de esplendor y decadencia, destacando incendios, ventas de tierras y su definitiva exclaustración con la Desamortización de Mendizábal en 1835.

En 1974, el arquitecto Mariano García Benito inició su recuperación, logrando su declaración como Bien de Interés Cultural en 1983. En 2004, donó el Monasterio al Ayuntamiento de Pelayos de la Presa, que junto a la Fundación creada y el apoyo de la Comunidad de Madrid, ha impulsado su restauración. Hoy es un importante testimonio histórico y patrimonio cultural de la región.